Monedas para el barquero



"I said to Hank Williams, "How lonely does it get?"
Hank Williams hasn't answered yet
But I hear him coughing all night long
Oh, a hundred floors above me in the tower of song"

— Leonard Cohen


Recorro las callejuelas en el asiento trasero de un taxi, de un camión, de un minivan, de un avion. Voy dando saltos de hueco en hueco, me agarro de las barras, saco mi cámara que se mece conmigo. La vista fija en esa gente detenida a medio paso. Madres, niños, abuelos, hombres solos, hombres celosos de sus madres, niños y abuelos. Todos dando el mismo paso, suspendidos en el tiempo por el fuete del camión que no para de Jakarta a Bali, a Nusa Lembongan, a Mangrove.
En el bote rápido hay muchos extranjeros (Yo también me río, yo también encontré una liguita para amarrarme la cámara a la muñeca) El conductor del bote no quiere ni mirarnos. Se sienta descalzo sobre un banco alto y posa los pies sobre un tubo. Yo pienso que deben dolerle mucho los callos después de un día, una semana, un siglo entero de manejar la lanchita de una isla a otra, como Charon, sobre ese tubo. Pobrecito. Y con este calor! Cómo no suda? Debe habérsele fundido la piel con el sudor a estas alturas.
Yo si sudo profundamente. Pienso que me deben estar saliendo todas las toxinas que traía de los Estados Unidos, toda esa basofia que le inyectan a todo por alla. Qué rico, qué bueno que sudo. Pero él no. De vez en cuando mira con el rabito del ojo a ver si ya se subieron todos los chinos al barco. Falta una. Debe tener tres mil años y alguien la esta ayudando a subir al barco que da tumbos con cada ola. (Te acuerdas del camión?) Ya la chinita se subio, esta agarrada del asiento de alante como si supiera lo que viene. Las viejitas son tan cobardes siempre!
Enciende el motor. Jalan la soga, cogen el ancla. Los marineritos se aguantan como pueden de los extremos del bote que se va, que se mece suavecito, que se adentra en el mar azul (tan azul!), transparente de esta isla maravillosa. Mira que comes mierda, tu no eres de una isla también? Pero yo qué se de eso? En el techo del bote se oye a los muchachos trepar y acomodarse. Parecen gatos. Qué hábiles! Hay alivio abajo, todos miramos hacia afuera. Hay una pareja chilena detrás de mi que lo dice con todas sus letras: "Al fin!" Es que hay mucho calor.
El capitancillo nos mira otra vez con el rabillo del ojo y una mueca casi imperceptible. El barco ladea, se mece más fuerte. Ahi viene una ola que deja un hueco tras de si y caemos de lado, fuerte y estrepitosamente. Los chinos gritan algo en chino, que es el idioma de ser muchos y de importar poco. Otra ola, caemos más fuertemente y hay mas gritos. El capitancillo nos mira otra vez. La mueca es completamente obvia ahora, es una mezcla de risa con decepción: comemierdas. Lo esta haciendo a propósito el muy cabrón.
Entonces vamos a toda marcha, el bote se embala y coge las olas de frente. Casi volamos sobre el agua cristalina que se va poniendo más y más oscura. Más olas, pero esta vez saltamos de frente sobre ellas. El casco del bote suena duro cada vez que damos un salto. Me paro para tirar una foto. El barco se mueve, pierdo el balance y caigo de culo otra vez sobre mi asiento. Otra mueca. Los chinos miran para otro lado perdiendo un poco el susto. Paso el resto de la travesía intentando llegar a la popa, donde está una australiana agarrada, como si su vida dependiera de ello, de un indonesio gordo. Al fin me siento a su lado y tomo dos o tres fotos de la parte de afuera. El barco se mueve bien, lo que pasa es que se mueve asi, dando saltos sobre las olas que se sienten duras, como de concreto, bajo el casco.
Media hora y llegamos a Nusa Lembongan.
El capitancillo no dice nada, hay que bajar del barco. Aqui estan las chancletas, en una caja plástica. Nos apretujamos sobre ella como ganado y salimos de nuevo con nuestro calzado y con la dignidad casi intacta.
Se va el bote.
Nos espera un muchachito chiquito y rellenito que sabe encontrarnos dentro de la sarta de extranjeros. El nos lleva, "no problem". Juega con nosotros como un gato juega con un rollo de hilo. Tu, chinita, móntate primero, porque te bajas de última, tu después. No entiendes balinense? En qué idioma te lo digo? Yo hablo cinco. Cuántos hablas tu? Hacemos buenas migas. Este muchacho no esta en na. Más tarde compartiríamos una cerveza helada y me salvaría de sentarme en un banco lleno de hormigas bravas. Paramos, se cae un chino. El guía se ríe, le dice que esta muy gordo y que por eso le pasan esas cosas. El chino no sabe si reírse o enfadarse, decide reírse (mas o menos). Hay que estar al hilo. Tu sabes que te pareces a alguien? — me dice el guía, haciendo un gesto como si me apuntara con una cámara — al actor ese de King Kong... De ahi en adelante, mi nombre es Hollywood y voy sintiendo las toxinas como regresan a mi cuerpo. Yo no mando aquí. Qué lejos estoy de todo. Qué estará haciendo mi niña? Me estará extrañando? Ya llegamos, Hollywood! y me sueltan en una playita frente a otra lancha que parece un globo. No hay máscaras que acomoden tus espejuelos, actorcito. Decido quitármelos, pero no antes de que ellos se tomen dos o tres fotos jocosas conmigo. Sigo el juego, es divertido.
Otra vez al agua, navegamos por diez minutos y nos sueltan en una oleada de basura y jeringas para que veamos la belleza de los corales. No hay otro lugar menos sucio? Aquí es donde están los corales, jefe. Hay cosas que no se arreglan, aunque vengas de allá. Salto con aletas, mascara y astigmatismo al agua que esta rica. Aleteo. Mira esto, ven acá, ya le tomaste fotos a esto? Apunta hacia abajo para que no salga la basura! Después de un rato me da mareo por no saber respirar bien, por no poder ver y por el asco a las jeringas. Mis sentidos me están atacando y decido rendírmeles.
Me subo al bote mientras mis compañeras de viaje terminan de explorar el arrecife. El capitán del bote se ríe de verme tirado en el suelo, tratando de recuperar el aliento y apretando los dientes para no vomitar. Esta hablando de mi con el capitan del otro bote, que también tiene sus turistas, porque a cada rato distingo "Hollywood" con un acento muy raro. Qué importa, quiero aire y cerrar los ojos pero este botecito de mierda se mece muy fuerte cada vez que pasa otro barco lleno de turistas.
Después de un rato me siento mejor. Cruzo dos o tres palabras con el capitan: Qué buen trabajo tienes. Se ríe. "Qué sabes tú", pensará. Me enseña el reloj. Quedan diez minutos. Yo llamo a mis compañeras: quedan siete minutos. El capitán se ríe fuertemente y se lo cuenta al del otro bote. No entiendo balinense, pero sé que ahora soy un bandido, uno de ellos. Pienso que las toxinas siguen ahi, que la balanza del poder es ineludible. Que cómo se voltean los papeles de rápido, que aunque me digan señor, siempre soy un chino gritando de horror o vomitándome en my snorkel y que no me puedo agarrar de nada. Que nadie es igual. Y que me paseo frente a cada uno de los clichés de todo extranjero en Bali: qué lindo todo. Qué sudor. Qué gente más sencilla. Qué afortunado soy. Qué bien me siento conmigo mismo. Pero él se ríe de mi, que no se nada, que nací en una isla y aquí estoy abrazando el piso de este bote de mierda y gritándole a mis compañeras que ya se acabo el tiempo y susurrándome a mi mismo que tierra firme es lo mejor del mundo.
Regresamos. Más risas. Adios Hollywood. Después cervezas, arroz frito, hormigas bravas, recobrar la compostura y regresarnos de Mangrove en el techo del bote rápido, con los marineritos y el guía, que se encariñó conmigo, riéndonos de los chinos de abajo que una vez llevaron una sombrilla a un bote banana y fueron a bucear con vestidos de seda. Qué bobos! Que la próxima vez que estemos en Bali nos enseña la isla, que hay que venir con más tiempo, que si alguna vez va a California le enseñamos las playas porque todo lo que sube baja y el que no puede hoy puede mañana.
Y nos vamos.
Me voy.
Qué solos quedamos! Qué solos estamos todos con este calor de mierda y todo el mundo mirando hacia afuera, escudándonos de las toxinas, riéndonos unos de otros.
Solos.
Como Charon, en el rio Styx.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares