Voy


A hacer de los cuatro caminos
historias que cuenten conmigo
las almas que busquen mi trino
en un vecindario perdido

A ver las auroras del viento
que dicen que ordenan el tiempo
en el que los ojos abiertos
estrenan lo no descubierto

A hacerle un jirón a los padres
que no entenderán esas calles
para perdonar el desaire
de no ser profeta de nadie

A llenar el traje y las horas
y las catedrales que ahora,
sin rezos, en vano, se atoran
mientras la ciudad se acalora

A darle la vuelta al destino
del abecedario latino
que vence al horario cretino
de dioses avaros y albinos

A ver como brilla el espejo
de un bosque gris con azulejo
que nunca vislumbran los viejos
que dictan fortuna y consejos

A dar, qué se yo, con la empresa,
proyecto, doctrina, proeza,
que me arrebató la belleza
y me la sembró en la maleza

A ser un recuerdo palpable.
A ser un tipo inobjetable.
A no ser oriundo y probable.
A no ser resuelto por nadie.

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