Tampa



Te tragaste al tipo aquél,
que alguna vez,
habló con el abuelo del cantor del pueblo.
Te tragaste a un corazón que,
del avión,
bajó con la ilusión de verse en tus espejos.
Consumiste la ansiedad acumulada en todos los vientos
de doscientos pueblos
– y de tus adentros –
te brotó un llanto que ahora,
cada vez que puedes,
muestras como un mandamiento.

No te creo eso.

Te tragaste a mi país,
aquí, la cicatriz que queda
se pasea por todos mis cuerpos.
Y me vi un dia,
sin fin,
difuminado en el ollin de tus vidrieras
y agua de tus puertos.

Y escupiste un hierro gris.
Y disfrazamos a la emperatriz de la bahía de los huesos.
Y el imperio, espeso, dijo:

“Todos son de aqui,
nada es de nadie
y todos están presos”

Tampa: un agujero negro
con cara de playa.

Tampa: una escopeta
que de pronto falla.

Tampa: un souvenir
que en la maleta estalla.

Tampa: un día feliz
que se sabe tu talla.

Tampa: una casa de dulces
en el bosque.

Tampa es derrotero de todo sinsonte.

Tampa: pálpito que se quedó sin nombre.

Tampa: tránsito que desespera a dioses.

Te tragaste a Rafael,
nos diste un cáncer, como un juez,
te comiste a Fernando.
Te tragaste al rockandroll que oía yo.
Aquí murió Alejandro.
Devolviste una tiniebla de putrefacción
que parpadea a ratos,
que nunca cumple tratos.

Cuando pienso,
a veces,
en volverte a ver,
pierdo equilibrios
y me duele el brazo.

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